Estudio Asegura Que El Hijo Que Más Te Hace Enfurecer Es El Que Más Se Parece A Ti

Que las familias discutan y tengas sus diferencias es normal, pues son personas distintas. Pero a veces puede suceder que hay algunos que siempre están peleando. Por ejemplo, la madre con uno de sus hijos.

Según el estudio “Lo que te molesta del otro, tiene que ver contigo”, muchas veces los padres no aceptan las actitudes de sus niños o tratan de corregirlas porque justamente se ven reflejados en ellos. Y muchas veces esta confrontación puede llevar a peleas.

La “proyección” en psicología

La proyección en psicología se refiera al mecanismo de defensa que adoptamos los humanos, donde le atribuimos a otra persona aquellos pensamientos y actitudes propias que no podemos tolerar. Esto es, proyectar en alguien más emociones que no podemos aceptar como propias.

Y no podemos aceptarlos, porque eso nos sacaría de nuestra zona de confort, lo que causa estrés o ansiedad.

El no asumir la responsabilidad de los aspectos negativos de nuestra personalidad impide que podamos mejorarlos y superarlos. Por ello, es mucho más fácil trasladar los sentimientos hacia un factor externo y sentir rabia con el mismo, en lugar de afrontar que eso está dentro de nosotros.


Nuestros hijos nos imitan

La psicóloga Marta Segrelles asegura que muchas de las actitudes de las personas son heredadas de sus padres, pues desde la infancia ellos observan cómo actúan sus papás antes diferentes situaciones. En la adolescencia, cuando se comienza a asentar la personalidad propia, los jóvenes empiezan a adoptar el comportamiento de sus padres desde la forma de hablar hasta la de reaccionar. El estado de ánimo de los padres, incluso, puede influir directamente en el desarrollo emocional de sus hijos o hijas.

Es un proceso normal mirar al pasado y sentirse insatisfecha con algunas de las decisiones que tomaste o cómo reaccionaste a ciertas situaciones, así como también es natural desear cambiar esas realidades pasadas. Es por eso que, cuando eres madre o padre y ves a tu hijo cometer esos mismos errores, quieres corregirle de forma automática para que no pase lo mismo que tú.


Cómo lograr una resolución

Segrelles señala que los padres deberían identificar sus propios conflictos y resolverlos para tratar de corregirlos en sus hijos. Pero, incluso si dejas el pasado atrás y evolucionar, señaló que es tu deber aceptar que tus hijos no te pertenecen. Como seres individuales, ellos deben tomar decisiones propias, y lograr aprendizaje personal cometiendo sus propios errores y logrando sus propios aciertos.

  • Antes de reprocharles algo, trata de ver el problema de forma objetiva y empática: ponte en sus zapatos
  • Revisa la forma en que te diriges a tu hijo: las palabras que usas, tu tono de voz
  • Si no toma tus palabras de buena manera (hace muecas, gira los ojos), piensa que tú probablemente le responderías de la misma forma, así que trata de que no te haga enfurecer
  • Si se vuelve una discusión muy fuerte y se están empezando a decir cosas hirientes, mejor dejar la conversación para otro momento
  • Controlar tus emociones es fundamental, porque mientras más calmado estés, más serenidad podrás transmitir. Pero si estás alterado, tu hijo adoptará tu misma actitud
  • Procura pasar tiempo de calidad junto a tu hijo, para que establezcan un vínculo saludable y tengas bellos recuerdos

Aprende a aceptar lo que te molesta

  • Acéptate a ti mismo y reconoce que hay algunas cosas que no es posible cambiar, y debes dejarlas en el pasado. Enfócate en lo que sí puedes mejorar de ti, para que puedas evolucionar como persona
  • No juzgues a los demás, porque no todos son igual que tú, y debes aprender a tolerar las diferencias
  • Trata de comprender qué es lo que te molesta de la otra persona y si estás proyectando sobre ella cosas que te molestan de ti mismo
  • Nunca asumas o supongas: cuando no estés segura, pregunta para tener certezas
  • Medita unos minutos al día para que aprendas a diferencias aquellos aspectos de ti que deberías trabajar
  • Siempre se tú misma: muéstrale al mundo tus virtudes y defectos, pues todo eso es quien eres tú como ser humano