La Crisis De Los 30 Fue Tan Grande, Que Familias Usaban Sacos de Harina Para Hacerse Ropa

Siempre que las crisis económicas golpean, las familias se ven en la obligación de agudizar su ingenio para bajar los costos reutilizando y reparando todo lo que puedan. En la década del 30, por ejemplo, los proyectos de “hazlo tú mismo” no eran una entretención, sino una necesidad imperiosa.

Remiendos, reparos y arreglos eran necesarios para conseguir que los vestidos duraran de generación en generación. Solapas, volantes o botones eran añadidos para renovar el vestuario y adaptarlo a la moda.

Así que con la meta de poder sacar adelante a sus familias, las mujeres estadounidenses de la época demostraron una creatividad si precedentes, con la capacidad de reutilizar todo lo que pudieran.

Los sacos de harina de los años 30 eran fabricados en tela de algodón, material perfecto para realizar todo tipo de proyecto de costura sin invertir dinero en telas. Y justamente porque supieron lo que significaban los sacos para sus clientes más modestos, empezaron a vender sus productos en una amplia gama de diseños y colores.

Una vez que los fabricantes de harina descubrieron que las familias reusaban sus sacos de harina para crear ropa, pañales, trapos y mucho más, empezaron a empaquetar su producto en telas con diseños, colores y dibujos bonitos.

Incluso algunos incluía patrones de costura especiales para crear peluches, accesorios y prensas.

Los sacos eran serigrafiados con la marca del fabricante en tinta lavable para que se pudiera usar el material de forma completa.

Estos detalles eran muy apreciados por las familias de aquella época, pues la maltrecha economía hacía que fuera bastante común vestir ropa hecha a partir de sacos de harina.

Los sacos empezaron a fabricarse en una variedad amplia de colores, patrones y formas.

Estimaciones señalan que durante la Gran Depresión, 3 millones y medio de mujeres y niños usaban prendas hechas a partir de sacos de harina.

Sus diseños floridos y el gran ojo de los harineros permitieron plasmar una suerte de color y alegría en una época especialmente dura.

Los fabricantes intentaban cubrir todos los estilos, para que pudieran usarse en todas las edades.

Varios eran adorables y delicados, similares a los usados hoy en la ropa infantil.

Además, cada saco traía las instrucciones para retirar la tinta del logotipo de forma efectiva.

En aquel tiempo también surgieron varias revistas con artículos donde se explicaban cómo fabricar toda clase de objetos a partir de los sacos de harina.

Y algunos sacos incluían consejos e instrucciones también, escritas en tinta lavable.

A medida que la moda se hizo popular, los folletos divulgativos con instrucciones sobre confección se hicieron comunes en varias marcas de la época.

En la imagen inferior puedes ver a una familia completa vestida a partir de sacos de harina.

Algunas familias usaban patrones más sencillos, donde es más fácil reconocer las antiguas formas de los sacos de harina.

Las mujeres también usaban los sacos para confeccionas bellos vestidos.

Algunas mujeres eran especialmente hábiles, creando prendas que podían vender a quienes no sabían, podían o no querían coser.

El círculo de reciclaje no terminaba en la confección de ropa, sin embargo: cuando las prendas envejecían o se rompían, se reutilizaban para confeccionar colchas, trapos o cualquier cosa de utilidad.

No obstante, la llegada de la Segunda Guerra Mundial lo cambió todo, porque el algodón empezó a ser racionalizado para tejer material militar y uniformes.

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Como las familias estaban comprometidas con las tropas, la harina se empezó a distribuir en paquetes de papel.

El reciclaje y el consumo responsable no es nada nuevo, y ha salvado familias por años.